Llamados a cambiarel destino del hombre

Darius-and-his-scepter-edited

TODA LA HABITACIÓN DIO UN JADEO DE ASOMBRO cuando la cortina se corrió a un lado y la dama más hermosa que jamás habían visto entró con elegancia en la habitación. Dondequiera que iba, las cabezas se volvían. El rey Asuero no fue excepción y la primera vez que la vio, él la había declarado su nueva esposa. Pero la reina Ester era más que una mujer hermosa. Ella era una mujer de fe. Era una mujer con visión. Ella era una mujer con una vocación.

En Ester capítulo 4, la encontramos en una crisis. Mardoqueo le trae la impactante noticia de que ella y su pueblo serán asesinados a causa de los celos de Amán. Sólo hay una persona que puede cambiar su destino–ella. Cuando él le pide que suplique al rey, ella protesta, sabiendo que ir a ver al rey sin ser invitada es prácticamente un suicidio. De hecho, ¡el rey no había hablado con ella por treinta días! Además de esto, ella no había revelado su identidad a nadie, por lo que quizá nadie supiera que era judía.

La tentación hacia la autopreservación fue fuerte. Mardoqueo debe haber sentido esto, porque él dijo en el versículo 13, “No pienses en tu alma, que escaparás en la casa del rey más que todos los judíos”. Él continúa prediciendo, “¿Y quién sabe si has llegado al reino, para un tiempo como éste?” Y Ester, siendo la gran mujer que era, y entendiendo que ella fue elegida para un tiempo como éste, se pone a la altura de las circunstancias y toma la difícil decisión de ir a peticionar al rey. Decididamente, ella declara, “Y así entraré al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca”. Ella preferiría morir haciendo lo que fue llamada a hacer, que vivir como una cobarde.

Pero Ester no era la única persona con un llamamiento. Nosotros también hemos sido seleccionados para nuestro tiempo. Nosotros tenemos más que un “quién sabe”. Antes de que fuéramos formados en el vientre, fuimos elegidos por Dios específicamente para este tiempo. Él eligió la familia en la que naceríamos, nuestras características físicas, nuestra personalidad y lo más importante, el lugar que ocuparíamos en esta obra del final de los tiempos. Él nos diseñó específicamente con los talentos, herramientas y experiencias de vida adecuadas para que seamos los más eficaces en nuestro llamamiento. Entonces sabiendo esto, ¿que deberíamos hacer?

Lamentablemente, muchas personas son como el hombre al que se le confió un talento en la parábola en Mateo 25. En lugar de ponerlo en uso, lo enterró. ¡Qué tragedia que algunos morirán sin haber cumplido su llamamiento dado por Dios!

“Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí por la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé”. Ezequiel 22:30.

Si no ocupamos nuestro lugar en esta obra, habrá enormes brechas. Este no es el momento para vacilaciones, dudas y temores. El tiempo es demasiado corto para eso. No nos cuesta creer que otra persona está dotada de cierto talento, pero cuando se trata de creer en nuestras propias capacidades, ahí es donde comienza la lucha. Tenemos que recordar que Dios puso el llamamiento allí, así que debemos ser capaces de cumplirlo. Una vez que nos damos cuenta de esto, podemos avanzar con valentía y ser quienes fuimos creados para ser. ¡Es hora de actuar según nuestro conocimiento, como Ester, y cumplir aquello para lo que hemos nacido!

logo-sans-tagline

Share this post

Deja un comentario