La humanidad necesita un Toque Humano

Togetherness

DESDE EL PRINCIPIO DE la humanidad, existió la necesidad del toque. Formado del polvo por la mano de su Creador, el hombre fue abundantemente tocado con el mayor afecto. Como expresó tan apropiadamente el Apóstol Tinsman, “Tenemos las huellas dactilares de Dios en todas partes de nosotros”. Y ahora nosotros, como Su obra maestra de la creación, estamos perfectamente equipados para tocar a los demás con una mano “tan única y tan maravillosa en su construcción y función que sólo ella marca al hombre como apartado y distinto de cualquier otra criatura… Con nuestras manos unidas expresamos amor, fe y amistad… Con la mano abierta damos la bienvenida a amigos y seres queridos…la mano acariciadora expresa profunda emoción y atracción… y con las manos juntas expresamos nuestra devoción y reverencia a nuestro Dios”.1

Consideremos un escenario contrastado: una sociedad despojada del toque humano, operada por medios robóticos, digitales y virtuales. La descripción del Dr. Vernon Coleman suena más o menos así: Las tiendas grandes no necesitarán cajeros ni empleados que apilen estantes–las cajas automáticas y los robots harán ese trabajo. Los repartidores y taxistas no serán necesarios–“vehículos autoconducidos” y “carros robotizados y drones” sustituirán al personal. El “anticuado” agricultor no será necesario–las fábricas de alimentos dirigidas por robots y ordenadores ocuparán su lugar. Las escuelas cerrarán sus puertas–la enseñanza en línea será la norma. Los robots realizarán funciones vitales en los hospitales y las computadoras en las cárceles. ¿Qué más sustituirán los robots y las computadoras? A la policía, la mayoría de los funcionarios, los carteros, los arquitectos, los abogados y los jueces.2

Pensemos también en la experimentación actual con el toque remoto. Cynthia Gorney, escritora colaboradora de National Geographic, nos invita a imaginar “una persona en Los Ángeles, una persona en Cleveland. A través de 2,000 millas… intentan darse la mano”. Estas oportunidades científicas pueden parecer intrigantes (de hecho, se pueden comprar “guantes de realidad virtual” y “gafas de realidad virtual” que pueden “conectarse para que tus dedos y palmas reales sientan algo parecido al contacto cuando tus manos virtuales tocan cosas virtuales”). Aun así, yo declaro que un toque remoto es incapaz de igualar el efecto irrepetible del toque de una mano humana. De hecho, la propia autora está de acuerdo en que “incluso el más simple toque en la piel desencadena una mensajería neuronal tan compleja que los científicos sólo están empezando a imitarla mediante ingeniería”.3 Ah, no es más que mimetismo e imitación, no es real.

El mismo artículo afirma que lo primero que sentimos en el útero es el sentido del tacto. Para un recién nacido, el toque adecuado puede salvarle la vida. Es interesante observar que, según el experimento de Harry Harlow, las crías de mono (macacos) revelaron que su necesidad de un toque suave era mayor que la necesidad de una alimentación constante.4

El toque humano es tan notablemente beneficioso para nuestro bienestar que, según sugieren los estudios, podemos experimentar niveles más bajos de estrés y ansiedad, una disminución de la depresión, una reducción de la presión arterial y una inmunidad más fuerte. A través del tacto, se libera la hormona oxitocina, que produce sentimientos de unión, agradecimiento, generosidad y confianza. No es de extrañar que el apretón de manos tenga tanta importancia cuando se saluda a alguien nuevo.

Por cierto, los mensajes de celular no pueden producir estas mismas sensaciones. La oxitocina no se segrega digitalmente. Por eso es tan importante reforzar los vínculos emocionales con una caricia cariñosa.5 Según Virginia Satir, “necesitamos cuatro abrazos al día para sobrevivir. Necesitamos ocho abrazos al día para mantenimiento. Necesitamos doce abrazos al día para crecer”.5

Vengan, mis hermanos y hermanas de la humanidad. Durante demasiado tiempo, hemos estado desconectados. Los últimos tres años, especialmente, han producido un pueblo que suspira por la falta de un toque, sufriendo bajo una agenda malvada y deshumanizadora instigada por los reyes de la tierra y sus colaboradores. Es hora de quitarnos los guantes de látex, en sentido literal y figurado, y tender la mano a los demás–sean amigos o desconocidos, jóvenes o ancianos, felices o tristes, ricos o pobres, sin importar su cultura, color o idioma. Jesús, nuestro ejemplo supremo, caminó entre la gente, extendió Sus manos para abrazar a los niños y los bendijo mediante la imposición de Sus manos (Marcos 10:16). Una y otra vez, con resultados que sumamente cambian la vida, Él extendió Su mano para tocar a los enfermos y necesitados. Igualmente hermoso fue, cuando los enfermizos se acercaban a ÉL, para tocar SU manto, “y todos los que le tocaban quedaban sanos” (Marcos 6:56).

¿No hay esperanza de recibir tal toque hoy? ¿Debe la humanidad, tan empobrecida por las circunstancias actuales de este mundo cruel, perder la esperanza? La respuesta es hermosa: “Paz a vosotros”, dijo el Jesús resucitado mientras mostraba Sus manos a Sus apóstoles: “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Jn 20:20-21). Dios, todavía hoy, se “manifiesta en carne” a través de Su iglesia, Su pueblo, específicamente Sus apóstoles del fin de los tiempos (1 Ti 3:16). Todavía hoy en día, Él tiene manos, y a través de estas benditas manos humanas fluye un suministro suficiente de curación, consuelo, valor e inspiración. Éste es el toque que la humanidad más necesita.

Fuentes:
1. “The Human Hand” from The Wonders of Creation by Alfred M. Rehwinkel
2. “A third of all jobs will disappear by 2030…” Dec. 2, 2022. vernoncoleman.org
3. “The Power of Touch” by Cynthia Gorney. National Geographic 06.2022
4. https://dignityhealth.org/articles.blogs.taylor-mallory-holland
5. https://medium.com/@Bewith/why-we-need-8-hugs-a-day-548863867123

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