Disension justa

“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres”. ¡Qué gloriosas nuevas! El mundo que por tanto tiempo estaba bajo el yugo de enemistad, odio, violencia y guerra fue testigo de la llegada del tan esperado Portador de paz. La enemistad y la pared intermedia de separación al fin serían quitadas. El cumplimiento de Isaías 9:6-7 finalmente había llegado. “Un niño nos es nacido”. El “Príncipe de Paz” había llegado y “lo dilatado de su imperio y de su paz no tendrá límite”.

¿Cuáles fueron unas de las palabras del Príncipe de Paz? “No penséis que he venido para meter paz en la tierra…sino espada”. Mateo 10:34. “¿Pensáis que he venido a la tierra para dar paz? Os digo: No, sino disensión”. Lucas 12:51. ¡Qué paradoja!

En el principio había paz entre Dios y el hombre y entre los hombres. ¿Qué fue lo que inició la enemistad y separación? Fue el pecado. El pecado erigió una pared entre Dios y el hombre. Cortó la relación, pues un Dios todo justo no puede cohabitar con el pecado. “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro de vosotros, para no oír”. Isaías 59:2.

Como resultado del pecado y la consiguiente separación de Dios, el hombre ya no podía morar en paz. Caín mató a Abel como resultado de esta separación de Dios.

¿Cómo pudieran ser restauradas esta paz perdida y unidad? El pecado, el factor separativo, tendría que ser destruido y quitado. “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan 1:29. “Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo”. 1 Juan 3:8.

La solución queda clara. Para que la unidad con Dios sea restaurada, el hombre debe ser separado del pecado. Cometer pecado es ser apartado de Dios, pues Él está apartado de los pecadores (Hebreos 7:26).

En el principio, Dios separó la luz de las tinieblas. Las tinieblas y la luz no pueden coexistir, tampoco lo pueden la justicia e injusticia. Por lo tanto, el Príncipe de Paz anunció que Él no había venido para dar paz, sino espada y disensión. La espada debe preceder la paz, y división, la unidad; pues la justicia e injusticia deben ser separados antes de que la verdadera unidad se pueda alcanzar.

Esta espada que trae división es la Palabra de Dios. “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más penetrante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el alma y el espíritu”. Hebreos 4:12. “Y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios”. Efesios 6:17.

Dios ha declarado guerra a la injusticia y su mensaje a todas las almas es: “Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré”. 2 Corintios 6:17. Si usted quiere que Dios le reciba, tiene que ser separado de toda injusticia.

Como los israelitas, después de su regreso del cautiverio babilónico, estaban bajo “el furor de la ira de Dios” por haber quebrantado Su mandamiento y haberse casado con esposas extranjeras (Esdras 10:14), así todos los que no se han apartado de la injusticia habitarán bajo Su ira. De la manera como encontraron paz con Dios cuando se apartaron de sus esposas extranjeras, así ahora paz con Dios solamente se puede encontrar al apartarse de todo lo que no Le agrada.

La moderna “unidad” ecuménica absolutamente no la es, pues es una unidad de vive y deja vivir. Una unión sin separación. Un “evangelio” de tolerancia para el pecado; un esfuerzo de mezclar la luz y las tinieblas. Por lo tanto, todo llega a ser tinieblas. El mensaje de Jesús al mundo religioso ecuménico es “Arrepiéntete, porque si no, vendré presto a ti, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca”. Apocalipsis 2:16.

Los hombres han creado sus propias líneas divisorias, sus propios credos, estandartes y criterios, y han totalmente fallado en tener verdadera unidad bíblica. La Palabra de Dios, la “espada del Espíritu”, es la única verdadera línea divisoria. Ser unido sobre el fundamento de los apóstoles y profetas es la única unidad que permanecerá en el día del juicio.

La razón por qué el mundo religioso no puede alcanzar unidad bíblica es que la disensión bíblica no se ha logrado.

“Y vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que estaba sentado sobre él, era llamado Fiel y Verdadero, y en justicia juzga y pelea. Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es llamado EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos que están en el cielo le seguían en caballos blancos, vestidos de lino fino, blanco y limpio. Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones; y Él las regirá con vara de hierro; y Él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso”. Apocalipsis 19:11, 13-15

Dios y Sus santos se han levantado a la batalla para hacer una obra de división y separación en estos últimos días. Nuestro mensaje es: “Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, y para que no recibáis de sus plagas;” Apocalipsis 18:4.

Salga de cada grupo y secta religiosa que no se encuentra en la Biblia. Salga de los católicos, pentecostales, mormones, testigos de Jehová, bautistas, menonitas, amish y cada otro grupo religioso que no está edificado sobre el fundamento de los apóstoles y profetas; eso no se encuentra en la Palabra de Dios. Sepárese de las religiones de la nueva era. Sepárese del humanismo, de las religiones budistas y musulmanas. Sepárese de toda secta, credo y doctrina de hombres. Sepárese de la homosexualidad. Sepárese de predicadores hambrientos al dinero que toleran el pecado. Sepárese de relaciones ilegítimas. Sepárese de la concupiscencia y diversión mundana. Sepárese de la televisión y del mundo orgulloso y lujurioso de los deportes. Sepárese de la moda e inmodestía, de fornicación, adulterio e idolatría. Sepárese de la política corrupta.

Sepárese de toda injusticia, y Dios lo recibirá. “Lavaos, limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo”. Isaías 1:16.

Nos unimos con nuestro Maestro en decir: “¿Pensáis que hemos venido a la tierra para dar paz? No, sino disensión”.

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