Nosotros, los miembros de la Iglesia de Dios, estamos dispuestos en todas las cosas a vivir honestamente, creyendo que nuestros gobiernos son ordenados por Dios. Sin embargo, la Santa Biblia nos enseña que nuestro primer deber es para con Dios. “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas. Éste es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos”. (Marcos 12:30-31).
Jesús enseñó a Sus seguidores, “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en el cielo” (Mateo 5:44-45; véase también el versículo 39).
Hay muchas otras escrituras que nos prohíben participar en la guerra (por ejemplo, Juan 18:36; Mateo 26:52; Romanos 12:14, 17, 19-21). Debido a tales amonestaciones expresas, mantenemos las siguientes posiciones en cuanto a la guerra:
Nos oponemos concienzudamente a la participación en guerras de cualquier tipo y en cualquier momento, ya sean civiles, políticas o religiosas.
Nos oponemos concienzudamente al servicio militar obligatorio.
Nos oponemos concienzudamente a aceptar el servicio militar no combatiente en la guerra o a trabajar en cualquier fábrica o planta que se dedique directamente a producir instrumentos o municiones para la destrucción de vidas humanas.
Nos oponemos concienzudamente a la compra de bonos y sellos de defensa o de guerra para la financiación y prosecución de la guerra.
Oramos por nuestros líderes y por todos los que están en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y pacífica en toda piedad. Sin embargo, los gobiernos no tienen autoridad divina para obligarnos a violar nuestras conciencias o creencias sinceras, rectas y de buena fe.
Cuando los mandatos y las agendas del gobierno van en contra de las claras enseñanzas de la Santa Biblia, tenemos que oponernos concienzudamente y obedecer a Dios por encima del gobierno.
Apóstoles y Ancianos
de la Iglesia de Dios