DURANTE EL ÚLTIMO SIGLO Y MÁS, las corrientes de cambio han circulado entre las naciones, presagiando la gran reconciliación de todas las cosas que el tiempo herido exige. La opresión no puede durar para siempre. El gemido de las naciones no puede reprimirse para siempre. La venganza tiene que ocurrir. La reconciliación tiene que llegar. Toda la tierra está atrapada en la agonía de su aflicción. Amanece un nuevo día de libertad. El cambio es llevado en cada brisa inquieta y se estremece imparable a través de cada fibra de la tierra. El cambio no se puede detener, no se puede esquivar. El cambio avanza sin parar y sin descanso, en respuesta al clamor del gemido antiguo de la tierra.
La humanidad se une en su clamor para libertad: libertad de la esclavitud de los sistemas opresivos; libertad del clasismo y racismo y de toda forma de discriminación y abuso; libertad de la religión muerta; libertad de las tradiciones rancias; libertad del tipo de despotismo conservador que me encadena, impidiéndome el ser yo misma al encasillarme en tradiciones caducas y anticuadas. Deseamos libertad para ser lo que estamos destinados a ser–libertad para ser lo que nuestro Creador imaginó. La búsqueda de la libertad está en nuestro ADN. Aun si no siempre hayamos reconocido nuestras cadenas, todos hemos sentido la agitación de la libertad dentro de nuestro corazón. Pero ¿dónde podemos encontrar esa libertad?
La verdadera libertad requiere un espacio en el que cada persona pueda dar rienda suelta a su plena contribución, una economía en la que el intercambio ocurre sin prejuicios. La libertad es algo más que derechos nominales escritos en un mohoso código de leyes, cuya interpretación y aplicación están sujetas al capricho de hombres que pueden o no pueden entender su significado original y que tienden a apropiarse de la libertad en beneficio propio. La libertad requiere un armazón de personas que me apoyen personalmente y me permitan ser quien estoy destinada a ser. Requiere un espacio seguro donde sé que tengo espacio para ejercer mis dones. Este espacio es definido, no por un conjunto de reglas, sino por una administración viva.
La libertad tiene un contexto, un marco de referencia. Sin esta estructura, se degenera rápidamente en un caldo de cultivo para los depredadores–personas que abusan de su libertad para explotar a los débiles. Son personas las que crean el contexto de la libertad. Un gobierno vivo, competente e integrador es lo que crea la libertad de forma dinámica y practicable: un gobierno capaz de atar al captor y de soltar al cautivo, un gobierno capaz de producir unidad y unicidad de propósito en medio de la diversidad y la complejidad de expresión. Dentro de la estructura definida por los tres apóstoles principales, cada uno encuentra espacio para actuar en su propio papel. Así podemos avanzar con el Gran Eterno en el orden de Su plan sin caer presa de sistemas bestiales de gobierno carnal. Los sistemas bestiales pueden colarse a través de huecos en el libro de reglas, pero no pueden penetrar la barrera de los tres vivientes.
Existe una falsa libertad que pretende socavar la verdadera libertad de los hijos de Dios, quienes todos hemos sido creados. No surge del contexto del gobierno liberador de Dios, sino del contexto de un sistema cuya base misma es la esclavitud. Este sistema aparenta libertad, pero no es más que otra forma de opresión. Emancipa a los hombres de nombre, pero no en la práctica. La libertad sin la estructura habilitadora del gobierno de Dios no está muy lejos de la “libertad al hambre, libertad a los vientos y lluvias del cielo, libertad sin techos que cubran [nuestras] cabezas” (Frederick Douglass). Es libertad sin padres que nos unan, libertad sin un contexto para nuestra identidad, libertad para dejarnos llevar por los vientos de una falsa narrativa.
La verdadera libertad es la libertad de identidad, libertad para ser tú y no otra persona. Es la libertad de no estar definido o confinado por las opiniones o formas de expresión de otros o prejuicios culturales. Dentro de la verdadera libertad, puedes ser fiel a ti mismo y al genio que llevas dentro. Puedes dar lo que eres sin miedo al rechazo, sin amenazas de coerción, pero como parte de un intercambio justo y equitativo.
Escuchamos muchos mensajes en nuestra sociedad que nos dicen que “seamos quienes somos”. Este mensaje es totalmente correcto dado desde el marco de referencia correcto, pero dado en el contexto equivocado desde el marco de referencia equivocado, conlleva a los hombres en una esclavitud más profunda. “Prometiéndoles libertad, siendo ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido de alguno, es hecho esclavo de aquel que lo venció”. (2 Pedro 2:19). Sé quién eres…pero no permitas que Hollywood te diga quién eres. No permitas que tu identidad sea dictada por una cultura plagada de esclavitud sistémica. No permitas que tu libertad sea definida por los creadores de la esclavitud.
No puedes encontrar la libertad y saber quién eres hasta que encuentres a quién perteneces. Las plataformas falsas con agendas siniestras han abusado del principio correcto de la libertad de identidad para producir mensajes sesgados y engañosos. Intentan definir tu identidad interpretando tus sentimientos y deseos para ti desde su retorcido marco de referencia. No puedes ser fiel a tu identidad sin ser fiel a tus propios padres y a tu propia biología. No aceptes una identidad fabricada por personas que no son tu propia gente. No permitas que la cultura de los medios sociales o la cultura televisiva definan por ti quién eres basado en cómo interpretan tus sentimientos. Tu verdadera identidad te es dada proféticamente y tu verdadera libertad se realiza en conexión con la gente correcta.
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.” Juan 8:32,36