Los fundamentos de la apologética presuposicional
Hno. Christopher LePelley
Introducción
La fe no es antagonista del razonamiento. Al contrario, están casados el uno con el otro. En 2 Tesalonicenses 3:2, el apóstol Pablo declara, “que seamos librados de hombres malos y perversos; porque no es de todos la fe”. Según KJV dice [unreasonable and wicked men] hombres irrazonables y malos. Observa cómo las Escrituras comparan el ser irrazonable con la falta de fe. Esto se debe a que la fe bíblica en realidad es necesaria para poder razonar. Para poder entender, uno tiene que creer. “Por fe entendemos” (Hebreos 11:3).
Todos tienen que poseer ciertas presuposiciones para siquiera empezar a razonar. 1 Pedro 3:15 declara, “sino santificad al Señor Dios en vuestros corazones [fe], y estad siempre preparados para responder [razonar] con mansedumbre y temor a todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”. La idea de que todo conocimiento comienza con el Dios bíblico se encuentra por toda la Biblia.
En Romanos 1:18-23, vemos una ilustración perfecta de lo que sucede cuando la fe y el razonamiento son divorciados el uno del otro. Estos versos nos dicen que cada quien tiene conocimiento innato de Dios (versos 19-20). Ésta es la razón por la cual cada quien conoce las leyes de la moralidad, lógica y ciencia. Pero la gente reprime esa verdad (verso 18). Ellos no reconocen a Dios como el fundamento de estas cosas, y como resultado, sus pensamientos son reducidos a locura (versos 21-23).
La evidencia no resuelve nada
Apologética presuposicional no es un método que va a persuadir a cada oponente de la Biblia, pero es un método conclusivo–uno en el cual ninguna refutación racional es posible. Si es aplicado apropiadamente, puede convertir cualquier argumento que es pretendidamente en contra de la cosmovisión bíblica a un argumento a su favor. Para aplicar apropiadamente la apologética presuposicional tenemos que entender esto primero. También tenemos que entender por qué la evidencia nunca resolverá el debate sobre los orígenes. Los creacionistas y los evolucionistas sólo concluirán la misma evidencia de manera diferente.
Muchos debates respecto a los orígenes no son muy efectivos porque las partes opuestas no entienden la naturaleza de la cosmovisión. La cosmovisión controla nuestra interpretación de la evidencia. Por eso el debate sobre los orígenes tiene que finalmente reducirse a un debate sobre las cosmovisiones rivales–el estándar por el cual sacamos todas las conclusiones. Sin ese entendimiento, las personas que debaten simplemente estarán hablando una detrás de la otra y nunca llegarán al verdadero problema.
Muchas personas (evolucionistas y creacionistas por igual) creen que la evidencia debe ser abordada de manera neutral e imparcial sin presuposiciones/cosmovisiones previas. Sin embargo, esto es imposible, porque esta misma creencia es una creencia parcial y unilateral sobre cómo abordar a la evidencia. “Terreno neutral” es un concepto secular. Por lo tanto, no es neutral. Los cristianos que tratan de debatir en “terreno neutral” ya han perdido porque han entregado lo que ellos tratan de defender. Ya que la Biblia indica que no hay terreno neutral, cualquiera que diga que hay terreno neutral necesariamente está diciendo que la Biblia está equivocada, y cualquiera que diga eso no está siendo neutral ya que ha tomado la posición de que la Biblia está equivocada. Por lo tanto, es imposible ser neutral con respecto a la autoridad final, porque cosmovisiones oponentes no permitirán neutralidad.
Todo se trata de cosmovisiones oponentes
De la misma manera que una persona que usa lentes rojos ve el rojo en todas partes, una persona que usa lentes “de evolución” ve la evolución por todas partes. De la misma manera que una persona que usa lentes rojos podría erróneamente concluir que todo en el mundo es rojo, una persona con una cosmovisión defectuosa sacará conclusiones incorrectas acerca del universo. Literalmente todas las cosmovisiones tienen consecuencias. Todas las creencias son dependientes a través de una cadena de razonamiento del estandarte fundamental de una persona. Por lo tanto, es imperativo que tu cosmovisión sea consistente–que tu creencia esté encadenada a un razonamiento que se mantenga en un estándar fundamental que valga la pena (Salmos 11:3).
Un debate sobre la creación bíblica es como un debate sobre la existencia del aire. ¿Qué diría el crítico del aire? Cualesquiera que fueran sus argumentos, tendría que usar aire para crearlos. Del mismo modo, el evolucionista tiene que usar principios bíblicos y creacionistas para argumentar contra la creación bíblica.
Irónicamente, el hecho de que los evolucionistas pueden argumentar contra la creación ¡comprueba que la creación es verdadera! Para hacer un argumento, uno tiene que presuponer que las leyes de la lógica existen, y las leyes de la lógica sólo tendrían sentido si la creación bíblica fuera cierta. Sin embargo, si la lógica no viene de un Creador todo sabio, sino que son sólo reacciones químicas en el cerebro (como creen muchos evolucionistas), ¿cómo sabemos cuál reacción química seguir? Se dice que hay más de 7 mil millones de personas en la tierra, lo que significaría (desde la cosmovisión evolutiva) que hay 7 billones de diferentes reacciones químicas llamadas “lógica”, y con tantas diferentes “lógicas”, las leyes de la lógica son reducidas a meras opiniones de la lógica. La evolución claramente le quita a las leyes de la lógica su completa autoridad dada por Dios.
A veces un evolucionista se opondrá a esto diciendo: “La creación no tiene que ser cierta para que podamos usar la lógica. Al fin y al cabo, ¡yo no creo en la creación, y puedo razonar y usar la lógica!” Otra objeción similar sería: “Dios no tiene que existir para que yo pueda poseer moral. Al fin y al cabo, ¡ni siquiera creo en Dios y poseo mucha moral!”
No obstante, este tipo de razonamiento es erróneo. Sería como el crítico del aire diciendo: “No necesitamos el aire para respirar. Al fin y al cabo, ¡no creo en el aire y puedo respirar bien!” El argumento no es que la respiración requiera de una declaración de creencia en el aire, sin embargo requiere aire. De igual manera, la moralidad y las leyes de la lógica no requieren una declaración de creencia en la existencia de Dios y una creación bíblica, sin embargo requieren que Dios exista y que la creación bíblica sea verdadera.
Moralidad, lógica y ciencia:
¿A quién pertenecen?
Si los conceptos de lo bueno y lo malo deben ser significativos, la evolución no puede ser verdadera. Por lo tanto, al tratar de ser moral, el evolucionista está siendo irracional, ya que debe tomar prestados conceptos bíblicos que son contrarios a su cosmovisión. En un universo evolutivo, la afirmación “asesinar es malo” no es más que una opinión personal al mismo nivel que “azul es mi color preferido”. La moral no sólo carece de significado en una cosmovisión evolutiva, sino que también es inconsistente. Considera a aquellos evolucionistas que están muy preocupados por los niños a quienes se les enseña la creación. “¡Esto está mal,” dicen, “porque estás mintiendo a los niños!” ¡Lo absurdo es que ese argumento evolutivo es contrario a la evolución! Es decir, en una cosmovisión evolutiva, ¿por qué no deberíamos mentir, especialmente si beneficia nuestro valor de supervivencia? Incluso para un evolucionista usar palabras como “debería” o “no debería” es inconsistente, ya que tales palabras sólo tienen sentido si hay una norma absoluta dada por alguien que tiene autoridad sobre todos.
No nos enojaríamos con el bicarbonato de sodio por reaccionar con el vinagre, eso es lo que hacen los químicos. Entonces, ¿por qué un evolucionista se enojaría con cualquier cosa que un ser humano le haga a otro, si todos somos nada más reacciones químicas complejas? Por lo tanto, cuando los evolucionistas intentan ser morales, están “tomando prestado” de la cosmovisión cristiana. A menos que sean infieles a su propia cosmovisión, ni siquiera pueden apoyarla. El hecho de que los incrédulos no logran abrazar sus propias presuposiciones muestra que, en el fondo de sus corazones, realmente conocen al Dios bíblico (Ro 1:21-23). Un evolucionista es un bulto de contradicciones ambulante. Hace decisiones morales, usa la lógica y hace ciencia, pero niega al mismo Dios que hace posible la moralidad, la lógica y la ciencia.
La evolución en realidad hace que la moralidad, la lógica y la ciencia sean imposibles porque no puede explicar ninguna de estas cosas. No puede armonizar con lo que estas cosas presuponen: un Legislador (moralidad), un Estándar Supremo (lógica), y los sentidos que son confiables (sin los cuales ningún hombre podría hacer ciencia). Ya que no hay espacio para Dios en la ecuación evolutiva (no importa qué tan desesperadamente la “evolución teísta” intenta incluir a Él en esto), no habría tal cosa como un legislador con normas absolutas, y ciertamente no tendríamos razón para confiar en nuestros sentidos para hacer ciencia, ya que no somos creados en la imagen de Dios, sino que simplemente somos escoria de estanque reorganizada.
En la cosmovisión evolutiva, no hay ninguna justificación para la fiabilidad de nuestros sentidos. Los evolucionistas sí confían en sus sentidos, por supuesto, pero tal creencia no tiene sentido si nuestros órganos sensoriales son simplemente el resultado de mutaciones accidentales que transmitieron algún tipo de valor de supervivencia en el pasado. Si el universo y nuestras mentes son simplemente el resultado del tiempo y la casualidad, como afirma el evolucionista, ¿por qué esperaríamos que la mente pudiera dar un sentido racional del universo?
De hecho, si la evolución fuera cierta, ¡no habría ninguna razón racional para creer esto! Si la vida es el resultado de la evolución, entonces significa que el cerebro de un evolucionista es simplemente el funcionamiento de millones de años de procesos aleatorios. El cerebro simplemente sería una colección de reacciones químicas que se han conservado porque tenían algún tipo de valor de supervivencia en el pasado. Si la evolución fuera cierta, entonces todos los pensamientos del evolucionista son simplemente el resultado necesario de la química actuando a lo largo del tiempo. Por lo tanto, un evolucionista debe pensar y decir, “la evolución es verdadera”, no por razones racionales, sino como una consecuencia necesaria de la química ciega.
Los evolucionistas han dicho que “las leyes de la lógica son descripciones de cómo piensa el cerebro”. Pero, si esto fuera cierto, entonces ¿por qué necesitaríamos las leyes de la lógica para corregir la forma en que piensa el cerebro? Si las leyes de la lógica simplemente describen cómo piensan las personas, nadie podría violar una ley de la lógica, ya que las personas necesariamente “piensan lógicamente”.
Esto, sin embargo, elimina el fundamento (estándar supremo) de la lógica por completo, porque, si la gente necesariamente sólo “piensa lógicamente”, ¿El pensar de quién seguimos? El crítico podría decir: “No creo en las leyes de la lógica, por lo tanto, no necesito tener una razón para la lógica dentro de mi cosmovisión”. Pero esta respuesta se refuta a sí misma. El crítico está intentando usar la lógica (cuando dice “por lo tanto”) para argumentar que no necesita la lógica.
Las leyes de la lógica son particularmente vergonzosas para el ateo materialista–alguien que no cree en nada más allá del universo físico, sino sólo en aquello que consiste en materia en movimiento. El problema es que las leyes de la lógica no son materia–no son parte del universo físico. Por lo tanto, ¡las leyes de la lógica no podrían existir si el materialismo fuera cierto!
Otro ejemplo de filosofía contraproducente es la postura del ateo sobre la ley de la no contradicción, la cual no tendría sentido si la verdad variara de persona a persona. Esta enseñanza se llama relativismo, la cual dice que la verdad es subjetiva a cada individuo porque no hay absolutos–“mi verdad no es tu verdad”. Sin embargo, si el relativismo fuera cierto, ¿por qué los relativistas tendrían alguna buena razón para debatir con alguien que no cree en el relativismo? ¿Cómo podrían decir ellos que nuestra posición es incorrecta si la verdad es relativa al individuo? Lo curioso es que para que el relativista diga frases como “la verdad es subjetiva”, “no hay absolutos” y “mi verdad no es tu verdad” ¡el relativista tendría que negar lo que cree ya que tiene estas cosas como verdad absoluta! Para que él diga “Yo no sigo ningún conjunto de reglas” él está inevitablemente siguiendo su regla de “no reglas”.
Él puede profesar un país de cuento de hadas donde la verdad es subjetiva y las contradicciones son aceptables, pero tiene que vivir en el universo de Dios y tiene que cumplir con la absoluta verdad objetiva de Dios si él va a funcionar. Incluso el relativista más ardiente mira hacia ambos lados antes de cruzar la calle. Además, espera que el automovilista cumpla con las mismas leyes–detenerse en la señal de alto. También exige que el cajero le devuelva el cambio exacto que se le debe. Al igual que todos nosotros, el relativista conoce en el fondo de su corazón al Dios bíblico.
Considera también lo que la idea del empirismo hace a las leyes de la lógica y la consistencia. El empirismo enseña que todas las cosas sólo se conocen a través de la observación. Pero si llevamos este estándar a su conclusión lógica, eventualmente tendríamos que aplicarlo a la idea del empirismo mismo. El empirismo conduce a la conclusión absurda de que si fuera verdad, nunca podríamos saber que era verdad ya que no se ha observado. El empirismo te llevará al clímax ilógico de que no podemos saber nada, ya que el conocimiento no es observable.
Este tipo de inconsistencias abundan en individuos que tienen cosmovisiones evolutivas. Toma, por ejemplo, al profesor universitario que enseña que la vida es sólo una secuencia de accidentes sin sentido, y que los humanos no son más que animales evolucionados–escoria de estanque reorganizada. Pero luego se va a la casa y besa a su esposa e hijos, como si no fueran sólo escoria de estanque reorganizada. O considera al determinista que enseña que los seres humanos no tienen opción en lo que hacen; sus acciones están totalmente predeterminadas por las “leyes de la química” en su cerebro. Sin embargo, se indigna cuando alguien le roba su automóvil o comete adulterio con su esposa. Pero, ¿por qué se debería culpar a un ladrón o un adúltero por sus acciones, si en realidad sus acciones están predeterminadas por las llamadas “leyes de la química” dejándolos sin opción en el asunto?
Si los seres humanos son sólo el resultado accidental de la química ¿por qué serían dignos de respeto? ¿Tendríamos un funeral si se destruyeran unas pocas libras de bicarbonato al reaccionar con vinagre? Claramente, los seres humanos no son sólo reacciones químicas complejas.