Crecí viendo el Show de Mary Tyler Moore, que, según Wikipedia, “ayudó a definir una nueva visión de la feminidad americana”–la mujer feliz, realizada, soltera y con una carrera. La canción introductoria prometía alegremente: “¡Vas a lograrlo por ti misma!” Ahora, décadas después, multitudes de mujeres están, de hecho, solas, sin un marido y tampoco hijos, o criándolos sin el padre en el hogar. ¿Realmente lo están logrando? La soledad, la depresión y el vacío dicen un rotundo ¡NO!
Con el fondo de escenario del movimiento de liberación de la mujer de los años sesenta hasta ahora, esta “nueva visión de la feminidad americana” se ha promovido y se sigue promoviendo agresivamente. Influenciado tanto por los programas de televisión como por las películas de Hollywood, el paisaje social ha cambiado notablemente. Si la televisión es algo, esto es una máquina de propaganda; una herramienta utilizada por la ingeniería social. Algunos dirán: “Es sólo para entretenimiento”. En los años sesenta, yo pensaba ingenuamente lo mismo. Pero el rastro de la programación repetitiva (acertadamente llamada así) revela la agenda intencionada.
“Las mujeres son animadas a trabajar fuera de casa y a cambiar sus sueños de maternidad y familia por las divertidas búsquedas de objetos materiales y de buenos momentos interminables en la gran ciudad. Desde la comedia de televisión Laverne & Shirley hasta Elaine en la serie Seinfeld, el patrón es simple... a las mujeres se le imprime un contenido repetitivo que las ven sin familia y siempre como la soltera perpetua, persiguiendo sus sueños materiales y los buenos momentos en los centros de las grandes ciudades”.1
“Las mujeres son condicionadas y diseñadas socialmente para ser excesivamente sexuales, con la muerte del matrimonio como objetivo final”. La promesa vacía de libertad se ha estrellado contra las rocas. Condicionada como mercancía sexual, la noble feminidad se ha descarrilado. A menudo las mujeres se ven envueltas en una cadena de relaciones baratas y sin compromiso, con los consiguientes sinsabores.
La película de Netflix, Bad Moms (Malas madres) es un ejemplo de programación “que trastorna todo lo que una mujer necesita para ser verdaderamente feliz, saludable y amar su vida”. Las fiestas, la autogratificación y el sexo se presentan como la respuesta a toda su insatisfacción y problemas. Este tipo de condicionamiento mental repetitivo “refuerza el cambio a lo peor, en lugar de cambiar a lo mejor como forma de afrontar las dificultades de la vida”. El placer hedonista no asegura la felicidad.
“Las mujeres son aún más condicionadas para que nunca sean felices con su peso natural, su color natural de pelo, su cuerpo natural, el grosor o la longitud natural de su pelo, su marido o pareja actual o su nivel de estatus en la vida. Una vez insatisfechas con su verdadero yo, se vuelven vulnerables a la depresión y la baja autoestima creadas por la sociedad”.
También hay objetivos dirigidos al varón. Programas de televisión como Seinfeld, Family Guy (Padre de familia), The Simpsons (Los Simpson), Three’s Company (Tres Compañeros) y Friends (Amigos) modelan el comportamiento masculino débil, imbécil, desmotivado y desconcentrado. Esta programación masculina beta trabaja mano a mano con los programas para la mujer. Es obvio que los poderes fácticos están trabajando para dirigir toda nuestra sociedad.
“Las mujeres son las nuevas figuras de fuerza en la mayoría de las películas, enfrentándose fácilmente a adversarios masculinos más fuertes, con superpoderes de fuerza. Desde la Superchica de Avengers Infinity War hasta la interminable oferta de películas de asesinos masculinos, esta agenda tiene como objetivo cambiar el papel convencional de la mujer desde la feminidad/maternidad/suavidad hacia un comportamiento masculino más tradicional dentro de nuestra sociedad en ruinas. Acercar a la mujer a esta línea en la arena también puede ayudar a empujarla más fácilmente a cambiarse a sí misma en un hombre a todos los niveles. El objetivo final de estas diversas agendas es detener la producción de cualquier descendencia, o al menos ralentizarla sustancialmente”.
“Las mujeres nacen con todo lo que necesitan, a menos que elijan mirar las mágicas pantallas negras que las rodean. Nuestras modernas pantallas tecnológicas son dispositivos de hechizo”.
La incesante propaganda de los medios de comunicación hace creer a la mujer soltera que no necesita de un hombre, y que “los hombres, ahora debilitados y ausentes, no pueden protegerla” de los crecientes peligros del mundo, “debido a su debilidad diseñada socialmente”. “Las tasas de natalidad están cayendo en picada, nuestros niños están siendo destruidos mientras la fuerza cósmica femenina es engañada para huir de su carga natural”.
La agenda es bastante obvia: la destrucción de la familia nuclear, que Dios ordenó tanto para la procreación de la humanidad como para la felicidad y el bienestar de hombres y mujeres. Estamos presenciando un desafiante ataque a Dios en esta continua batalla entre el bien y el mal.
